Las claves para cumplir cada día con las metas laborales que te has fijado son la planificación estratégica y la administración de tu energía.
Trabajar más horas por día y mucho más duro no siempre garantiza efectividad y éxito. Si te organizás en tus tareas diarias podrás lograr tus metas laborales en menor tiempo y con mejores resultados.
Las nuevas tendencias indican que podés conseguir una mayor efectividad si en lugar de administrarte de acuerdo a tu tiempo, te administrás en función de tu energía y, en base a ello, planificás toda tu jornada laboral.
Lo primero que debés hacer es realizar una planificación semanal con las metas laborales que te proponés cumplir. Luego, cada noche, podés elaborar una lista con todas las tareas que tenés que cumplir al día siguiente.
Es recomendable que des prioridad a todas aquellas tareas que requieran mayor atención y energía, y realizarlas en la primera mitad de la jornada. Más tarde podrás desarrollar las actividades que no impliquen tanto esfuerzo.
También tenés que organizar tu tiempo de acuerdo a la relevancia de las metas y ser flexible con ellas. Durante la semana puede surgir algo inesperado, por lo que tu planificación debe tener la suficiente flexibilidad como para poder realizarle modificaciones.
Ordenar las tareas de acuerdo a su importancia te servirá también para saber cuáles podés dejar para la jornada siguiente.
Es muy importante para tu planificación que seas muy clara con respecto a tus objetivos; si éstos son débiles también lo será tu forma de alcanzarlos. Resulta muy útil hacerte preguntas a vos misma, como “¿cuáles son mis metas?”, “¿por qué deseo alcanzarlas?” o “¿cómo voy a hacerlo?”.
Es importante que te marques tiempos para cumplir tus metas; establecé fechas límite. También podés trazar una línea de tiempo para registrar tus avances diarios o semanales y así puedas ir viendo cómo vas logrando (o no) las distintas metas que te has fijado y qué podés hacer para alcanzarlas.