Un estudio de Stanford Graduate School of Business reveló que lo que hace que las personas se pongan en movimiento es la posibilidad de alcanzar una posición de poder, o la sensación de poseer poder.
Muchas veces hemos escuchado que “el poder mueve al mundo”. Una persona poderosa ejerce una fuerte influencia sobre su entorno. El poder, que puede manifestarse en grandes o pequeños ámbitos, permite que las personas que lo ejercen se sientan más seguras de sí mismas, y con mayor control. Esta sensación genera actitudes positivas, que impulsan a lograr objetivos.
“Yes, we can” – Barack Obama
Según la investigación realizada por la Stanford Graduate of Business, “el poder hace que las personas se pongan en marcha”. Dicho de otro modo, la sensación de poseer poder hace que se eleven las posibilidades de arriesgarse a lograr las metas.
Para comprobar esta hipótesis, los investigadores de esta escuela de negocios realizaron un trabajo en el cual un grupo de participantes debían describir una situación en la tuvieran que ejercer poder sobre otras personas, mientras que otro grupo debía describir situaciones en las que no tenían poder. Luego de esta primera etapa, se midieron las percepciones de cada grupo a partir de una tirada de dados: mientras que la mayoría de los participantes del primer grupo optó por tirar los dados ellos mismos, los del segundo grupo pidieron que otros tiraran los dados por ellos.
¿Qué revela esta experiencia? El nivel de confianza que da el poder: “Cuando las personas sienten que pueden controlar el resultado, quieren tirar ellos mismos”, explicó Nathanael Fast, doctorando en comportamiento organizacional en Stanforg GSB y coautor del estudio. “Esto demuestra que el poder potencia la percepción de control sobre el resultado final, incluso cuando éste se basa solamente en el azar”, agregó Fast.
Pero aquí no concluyó la experiencia, sino que se realizó otro experimento para contrastar resultados. En este caso se realizó un juego de roles, donde un grupo actuó como gestor y otro como subordinado. A ambos grupos se les pidió que manifestaran su percepción sobre las posibilidades de éxito de la empresa. El grupo de gestores fue el que manifestó un mayor optimismo en relación a los logros, puesto que estaban convencidos del control que podían ejercer sobre el grupo de los subordinados.
Sin embargo, Fast advierte sobre los riesgos que puede traer esta sensación de poder. “Las personas en una posición de poder piensan que pueden controlar los resultados finales más allá de su poder real”, afirma, lo que puede conducir a la toma de decisiones equivocadas por sobrestimar sus posibilidades reales.
Conclusiones
El poder otorga una sensación de mayor control que favorece el proceso de toma de decisiones, a partir de un aumento de la confianza y la autoestima.
Fast afirma que “las personas con poder dan forma a nuestro mundo no sólo porque tienen recursos, sino también porque realmente creen que pueden cambiar el mundo, y por eso por lo menos lo intentan”.